La resurrección de Notre Dame

Estuvo cerrada cinco años y medio, pero fue restaurada casi a nueva. Habrá ceremonia con grandes fastos y 35 jefes de estado. El regreso al ruedo de Donald Trump.

A poco más de 5 años y medio del incendio que conmovió a los franceses y a las comunidades religiosas y culturales del mundo, la catedral de Notre Dame reabre sus puertas este sábado, restaurada casi a nuevo. 

La medieval catedral francesa había quedado muy dañada por el gran incendio del 15 de abril de 2019, en especial el tejado y el armazón, además de la icónica aguja que se derrumbó. Aquel suceso conmocionó al mundo entero y provocó una avalancha de donaciones para la reconstrucción de esta obra Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO, de casi 1000 años de antigüedad.

Según Xavier Castillo, sacristán de la Iglesia de La Madeleine, Notre Dame es “un símbolo de la Iglesia Católica en Francia, una representación de lo que fue Francia en el ámbito religioso”. A la reapertura no asistirá el Papa Francisco I, quien envío un mensaje “destinado a los franceses” para que sea leído “al comienzo de la celebración” por el arzobispo de París, Laurent Ulrich.

Según Eric Moulins-Beaufort, el presidente de la conferencia episcopal francesa, Francisco no quería “desviar la atención hacia él en esta ocasión”. Además, se destacó que el Sumo Pontífice tiene una agenda apretada ya que el 7 y 8 de diciembre tendrá un "consistorio" en el Vaticano donde anunciará 21 nuevos cardenales.

700 millones de euros

En las obras para reconstruir el histórico edificio religioso han trabajado centenares de artesanos y 250 empresas, con un costo de más de 700 millones de euros. Las autoridades eclesiásticas decidieron renovar las 1500 sillas de la nave, el relicario --una audaz creación dorada en forma de disco-- y el vestuario de los oficiantes, del cual se encargó el diseñador Jean-Charles de Castelbajac. La aguja que corona el tejado --aporte de Eugène Viollet-le-Duc, renovador de Notre Dame en el siglo XIX-- junto al gallo en su punta, ya son contemplados nuevamente desde hace semanas, así como se oyen otra vez sus campanas.

El sábado 7 de diciembre será el primer día de las ceremonias de reapertura, que comenzarán con un discurso de Emmanuel Macron en el atrio de la catedral, a lo que le seguirá una ceremonia litúrgica junto a líderes extranjeros. En los días previos el primer ministro francés agradeció a los trabajadores de la refacción por haber hecho "lo que parecía imposible”. En la reinauguración participarán Macrón, el primer canciller germano, Olaf Scholz, Donald Trump y otros 35 jefes de Estado y de Gobierno incluyendo a los reyes belgas, Felipe y Matilde.

Para el cierre de la primera jornada habrá grandes estrellas de la música clásica: la soprano sudafricana Pretty Yende y el pianista chino Lang Lang, quienes estuvieron en 2023 para la asunción del rey Carlos III en Reino Unido. El asiático tocará con la Orquesta Filarmónica de Radio France dirigida por el venezolano Gustavo Dudamel dentro del templo. Y participarán la estrella pop franco-beninesa Angélique Kidjo, la canadiense Garou, la pianista franco-georgiana Khatia Buniatishvili, el violonchelista franco-estadounidense Yo-Yo Ma, el violinista sueco Daniel Lozakovich y el tenor franco-suizo Benjamin Bernheim, así como el DJ francés Michael Canitrot.

La primera misa

En el orden religioso, la primera misa del domingo comenzará a las 9:30 de la mañana con la presencia de 170 obispos y los párrocos de las 106 parroquias parisinas. Por la tarde, a las 18:30, se celebrará la primera misa abierta al público para 2500 personas que reservaron gratuitamente su lugar. Desde el lunes 9 de diciembre hasta el domingo 15 se realizarán misas dedicadas a donantes, mecenas, comerciantes y residentes del barrio de Notre Dame, entre las cuales se incluirá una misa especial para la comunidad latina el 12 de diciembre, Día de la Virgen. Al día siguiente, el 13, habrá una ceremonia por el regreso a Notre Dame de la corona de espinas de Cristo.

Notre Dame también es un notable atractivo turístico. Habitualmente la catedral gótica recibía 12 millones de visitantes al año, algo que aumentará rápidamente y trae aparejado un nuevo debate. El Gobierno Nacional francés, mediante la Ministra de Turismo, Rachida Dati, propuso cobrar entrada a quienes deseen visitar Notre Dame con el objetivo de proteger a las iglesias francesas, además de preservar el patrimonio histórico y cultural de la religión. El arzobispo parisino, Laurent Ulrich, comparte la preocupación por el patrimonio religioso, pero rechazó la medida y sostuvo “el necesario libre acceso a las iglesias y catedrales”.

A pesar de los sentimientos de unidad nacional que trae la reapertura de Notre Dame para Francia, su reestructuración genera nuevos debates. Por decisión de Macron, se cambiarán los vitraux, a pesar de no haber resultado dañados en el incendio. Julien Lacaze, presidente de Sites and Patrimoine, prepara un recurso judicial para frenar ese cambio. Didier Rykner, fundador y director de “La Tribune de l´Art”, lanzó una petición pública en el mismo sentido y superó las 200.000 firmas. La Comisión Nacional del Patrimonio y la Arquitectura (CNPA), órgano consultivo del Ministerio de Cultura, sostuvo que “no se podían sacrificar elementos patrimoniales que presenten un interés público desde el punto de vista histórico o artístico". De removerse esos vitrales, quedarían expuestos en un futuro museo dedicado a Notre Dame.

Los vaivenes de la historia

En el año 1163 --en plena carrera por elevar hacia los cielos los templos góticos en Europa-- se puso la primera piedra de Notre Dame. Fue sobre las ruinas de un templo merovingio, con la ambición de ser el mayor de la cristiandad. Semejante obra necesitaba una reliquia que estuviese a su altura para ser consagrada y por ello Luis IX --el "rey santo"-- adquirió por 135.000 libras tornesas --la mitad del tesoro real--, una corona de juncos entrelazados con hilo de oro que la tradición considera que es la que los romanos colocaron en la cabeza de Cristo antes de su crucifixión, algo imposible de probar y que probablemente sea falsa, como casi todas las reliquias de la cristiandad. Se la vendió su primo, el emperador Balduino de Constantinopla, asolado por los cruzados y las deudas.

En plena Guerra de los Cien Años entre ingleses y franceses, Enrique VI de Inglaterra fue entronizado en Notre Dame en 1431 (los ingleses consideraban que tenían derechos de herencia para gobernar Francia).

Notre Dame también fue escenario de numerosas bodas reales, como la que Maria Estuado, reína de Escocia, y Fancisco II de Francia en 1558; y la de Napoleón III con Eugenia de Montijo en 1853.

Pero una de las más representativas fue la de Felipe II de España con Isabel de Francia en 1559 que sirvió para poner fin a la guerra entre ambos países. Era ya la tercera boda del monarca español a sus 32 años, quien se casó con la heredera de la corona francesa quien tenia 14 años. Felipe II no asistió personalmente a la boda con Isabel de Francia. En su lugar, envió a un representante, el duque de Alba, para que llevara a cabo la ceremonia en su nombre. Esto era algo común en esta clase de matrimonios por razones políticas. El día de la boda se organizó un torneo en festejo qu terminó mal: el rey de Francia, Enrique II recibió un golpe de lanza en un ojo y falleció.

Notra Dame era un símbolo tanto político como religioso. Y durante la Revolución Francesa  de 1789 fue blanco de la ira de los revolucionarios que saquearon sus obras de arte y taparon con pintura negra sus vitrales donde resplandecía la flor de lis de los Borbones. En 1793 un movimiento popular invadió el templo y organizó una Fiesta de la Libertad que rebautizó la catedral como Notre Dame de la Razón. El edificio cayó en desgracia y durante unos años fue un depósito de vino.

Casi cuatro siglos después de la primera coronación bajo su techo, Notre Dame fue el decorado de la de Napoleón como emperador, una escena bien orquestada para marcar su poder más allá de las fronteras francesas en el año 1804.